similar al de una iglesia evangélica, pero con una diferencia notable: cuando la gente pasaba a dar testimonio ninguno alababa al Salvador Jesús sino que toda la alabanza estaba dirigida a la iglesia en sí. Dar la gloria a otro es peligroso porque Dios mismo declara: «…a otro no daré mi gloria ni mi alabanza a esculturas» (Is. 42:8). 5. Emplean sólo porciones de la Biblia, y generalmente fuera de contexto. Fundamentan su doctrina en unos pocos pasajes de la Escritura, pero ¡cuidado! pues llegan a
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